En un principio dudamos en acudir a la cita pero una vez en el San Amaro se disiparon todas nuestras dudas y parte de nuestras gripes. Nos portamos bien y acompañamos al Melé a la banda de música y allí nos despedimos de tanta buena gente. Fuimos prudentes.
Era nuestro primer finde con furgo nueva. Azul oscura, cristales tintados, estrecha y alta, no muy larga, escasa de caballos pero sobrada de amor. Una máquina con personalidad pero un tanto desequilibrada (el viento le sienta mal).
Mucho calor y poco aire acondicionado en el lejano Oeste. De un tirón hasta Benavente. Merendamos hojaldre, empanada y tortilla, domamos una bestia inmóvil y continuamos nuestra ruta.
Salamanca. Un par de rodeos a la ciudad- para conocerla- y directos al Subma. Localazo y mejor gerencia.
Situamos el equipo, encendimos las máquinas, probamos sonido (y un daikiri de fresa riquísimo)...todo perfecto. Vamos con Muri de tapas y vinos. Compartimos mesa con Sebastian, Tobias y Felipe .
Éste último nos acompaña al hotel (hotelazo) y podemos quitarnos de encima esa sensación pegajosa que causan los viajes en coche. Fresquitos, aseados y contentos regresamos al Subma.
Fue una noche increíble. Aquí una muestra:
Sonidazo, ambientazo, mucho baile...uno de nuestros mejores conciertos, una gran fiesta que no queríamos que terminase (de eso se encargó Sebastian, en la torre de mandos del Subma).
Pero tarde o temprano todo acaba y en esta ocasión acabó tarde, o temprano, según como se mire. Nos fuimos en moto para el hotel, si, si como en Santander.
Creo que nos perdimos el desayuno.
A la mañana siguiente (o unas horas después) desayuno mediterráneo y ruta turística por Salamanca. Una amable señora, que venía de hacer unos recados, nos indicó que zonas visitar. Realizamos el paseo pertinente, Catedral Vieja, Catedral Nueva, Casa de las Conchas, Plaza Mayor, todo muy bonito, todo muy soleado, la piedra muy tostada, y ,como nosotros, muchos turistas.
Arrancamos para Madrid!